En nuestro taller del día 17 de abril hablamos del oficio de redactar. Hablamos de las diferentes formas que hay de escritura y de cómo nos enfrentamos al texto que aún no se ha escrito.
Olga Mesa Jorge. Aula de formación literaria. CulturaliaS
Al abordar la escritura de textos creativos estuvimos de acuerdo en que esa forma de escribir es la más compleja y la que requiere mayor abstracción, sobre todo, porque se necesita imprimir subjetividad a cada fragmento para llegar al corazón del lector después de haber llegado al propio.
Si las claves para una buena redacción se pueden resumir en algo tan sencillo como:
– Expresarnos con claridad, precisión y concisión.
– Ser ordenados, sencillos y directos.
– Mostrar riqueza léxica.
– Corregir la sintaxis, la ortografía y el estilo.
Cumplir esos requisitos no tiene nada de sencillo. Pero con las lecturas adecuadas y con ejercicios continuos sí que se puede aprender a escribir mejor y, no solo eso, también se puede afinar la creatividad y la originalidad.
Se puede aprender a ser escritor.
Interrumpimos la clase varias veces para hablar de autores, de editoriales y de premios literarios, pero luego insistimos en que la preparación de un texto requiere planificar antes el contenido.
Identificar el tema y la idea principal, tras determinar la modalidad textual y el registro, son pasos necesarios para el entramado del texto. Tener claro de qué queremos hablar nos hará cumplir con el objetivo por el que escribimos.
Y todo eso antes de ponerse a escribir en serio.
Pero si es importante saber sobre qué voy a escribir (tema), qué es lo que quiero resaltar (idea principal), a qué conclusión quiero llegar y si espero emocionar o convencer (objetivo), antes debería saber a qué tipo de lector me voy a dirigir. Quedó claro que todos los lectores no pueden serlo nuestros. Tendremos que conocernos como escritores si queremos saber para quién escribimos, y eso solo se logra leyendo mucho y escribiendo mucho.
Escribir pensando todo el tiempo en quién nos va a leer es un poco estresante y, puede que más que ayudarnos a profundizar en nuestro texto, nos cohíba y nos retrase. Pero una vez que hemos logrado la argamasa de palabras con la que edificaremos nuestro relato toca estructurar y pulir el contenido. Es en ese momento cuando resulta conveniente pensar en nuestro lector objetivo. Seremos capaces de corregir nuestro texto tanto como seamos capaces de respetar a nuestro lector. En esta fase, la figura del asesor editorial es, muchas veces, esencial. Sobre todo cuando se trata de una obra extensa, o de un texto con el que se pretende participar en concurso, o un artículo al que se le va a dar difusión en círculos académicos. Para esas ocasiones, si nos jugamos mucho, lo adecuado es cuidar hasta el último detalle de nuestro trabajo.
Textos informativos y argumentativos: Introducción, desarrollo y conclusión. Textos narrativos: Inicio, nudo y desenlace.
La estructura es el esqueleto del texto. Tiene que ver con las partes que lo componen y con el tema que aborda. Es algo así como la estructura de una casa. El arquitecto tendrá que saber si lo que va a diseñar es un edificio de viviendas, unos grandes almacenes o una casa de campo para turismo rural. El escritor deberá tener claro si su texto es informativo o es narrativo, si comenzará con una introducción o con un inicio, si habrá un desarrollo o un nudo y si al final expondrá una conclusión o un desenlace.
La estructura interna trata sobre las unidades que componen el texto y sobre la forma en la que están colocadas esas unidades. Si al leer los párrafos observamos que son bloques inconexos que podrían leerse en cualquier orden sin que por ello pasara nada, entonces no hemos logrado un camino lógico y coherente en nuestra redacción. Es posible que no hayamos profundizado en el contenido y, tal vez, nos estemos quedando en la superficie chapoteando y aburriendo al lector.
Cuando nos ocurre eso vamos repitiendo una y otra vez la misma idea sin avanzar. Damos algunos rodeos temáticos pero no llegamos a ninguna parte y eso despista al lector, le hace creer que tenemos demasiadas dudas sobre lo que escribimos. Hay que romper con ese círculo vicioso pero, si no sabemos cómo hacerlo, lo mejor es apartar el texto unos días, aprovechar para leer un poco más sobre el tema, de modo que nos sirva de conocimiento y de inspiración, y luego volver a intentarlo.
En narrativa también hay que tener en cuenta la estructura temporal, es decir, aquella que hilvana los hechos a lo largo de una secuencia. Para conseguir esa coherencia en nuestro texto, los hechos narrados deben estar ordenados dentro de una lógica. La manera más sencilla de lograrlo es narrar los hechos según se producen, aunque en los textos de ficción muchas veces el orden temporal de la trama aparece alterado a propósito para potenciar el suspense o darle intensidad emotiva.
Pero si la coherencia tiene tanto que ver con la estructura temporal, el tiempo verbal es quién determina esa estructura. ¿Presente, pasado o futuro? Para empezar, hemos decidido escribir nuestro ejercicio final del taller en tiempo pasado. El pretérito es un buen tiempo para comenzar a escribir ficción.
Sin que se tratara de una clase de gramática, recorrimos de forma breve ese tiempo que sitúa la acción, el proceso o el estado expresados por el verbo en un punto anterior al momento del habla (RAE).
El pretérito perfecto simple (o pretérito indefinido), canté, cantaron, volví, sentimos; el pretérito perfecto compuesto, he cantado, han cantado, has sentido, hemos vivido; el pretérito pluscuamperfecto, había cantado, habíamos soñado, habían buscado; el pretérito imperfecto, cantaba, volvía, reía, amaba…
Aunque el pasado, en todas sus variantes, parece el tiempo verbal más cómodo para la narrativa de ficción, el verbo en presente nos ayuda en determinados momentos a agilizar la acción o a presentar el conflicto con la velocidad que el relato necesite.
La sucesión de verbos conjugados, ya sea en pasado, presente o futuro, también nos ayuda a mover la secuencia narrativa. Como los fotogramas de una película, invitamos al lector a beberse de un trago un pasaje intenso, sin demorarnos en detalles, sin recabar en aspectos poco importantes para el impulso de la acción.
Por último, insistimos en cumplir con el control de calidad textual de las tres «C»: Concordancia, Coherencia, Cohesión. Propiedades que deben cumplir todos los textos para que se les considere bien formados, resulten lógicos y su lectura no sea confusa.
Cerramos nuestro taller con un ejercicio de redacción en el que la propuesta fue escribir un texto narrativo de ficción sobre algún pasaje onírico que conserváramos aún en nuestra memoria, aunque valía inventarlo, ¡por supuesto! El texto debía mantener un orden temporal, un inicio, un nudo y un desenlace, y siempre con cuidado de utilizar de forma correcta el tiempo verbal que correspondiera.
Aquí dejamos para nuestros lectores algunos de esos relatos y el nombre de sus autoras.
RAQUEL MÁRQUEZ
Última vez
Como cada noche me acosté con la esperanza de descansar. Una vez sumergida en ese sosiego, volvió a pasar. Él entra por la puerta principal, no dice nada y se coloca a mi lado. Tiemblo. Pero esta vez su mirada refleja calma y sus palabras son más dulces. Comienza el diálogo y somos capaces de terminarlo con una sonrisa. Ya no tiemblo. De pronto, todo se desvanece y me despierto enseguida. La respiración no se había alterado como otras veces. Esta vez estaba segura de que era la última.
CRISTINA HERNÁNDEZ GONZÁLEZ
Guerra
Estábamos escondidos, refugiados, en un rincón de un cuarto oscuro. Habíamos apagado la luz para evitar que nos encontraran allí ocultos. Los bombardeos se oían y nos asustaban. Teníamos miedo a morir. No sabíamos si aquel era un lugar seguro. Aterrorizados, asustados porque fuera ese nuestro último aliento.
Después del estruendo se hizo un silencio. Me acerco a la ventana, aparto la cortina y miro hacia afuera. Presiento que el avión de caza cruza el espacio de mi ventana y la mirada del piloto se encuentra con la mía. Me ha descubierto, ahora sé que voy a morir. Estoy aterrada por ese final. Entonces, en un ataque de desesperación intento huir, ¡correr! En ese instante desperté.
AGUSTINA MESA
Soledad de ultramar
Estoy casi de puntillas sobre el estrecho filo de un muro. No puedo moverme. Este mar inmenso me ahoga. Me cuesta respirar. ¿Por qué estoy sola? Sola en medio de este océano que parece enfurecerse cada vez más conmigo. Tengo que salir de aquí, encontrar un refugio. Si muevo el pie perderé el equilibrio. Tengo miedo. Estoy aterrada. Vendrá una ola inmensa que me hará caer al fondo de este océano negro. Sé que estoy soñando, quiero despertar, dejar de sufrir. Estoy en mi cama, en casa, arropada, segura.